Tomado de http://maximovega.blogspot.com/
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Para empezar, vamos a
compartir con ustedes uno de los conceptos, uno de tantos, de la palabra
“cultura”: Cultura es, en esencia, una visión del mundo, o un sistema de
valores propio de una época o de un pueblo. La cultura es, por lo tanto,
sinónimo de civilización.
Ahora que se defiende con tanta vehemencia la
educación formal, es decir la educación en las escuelas y las universidades, es
bueno también reivindicar estos significados de la palabra “cultura”, puesto
que, de acuerdo a esta definición sencilla y breve, sin cultura no hay
educación.
La educación, unida a la cultura, crea una visión de lo que somos,
con nuestros defectos, virtudes y ambigüedades, y puede darnos una idea de lo
que queremos ser, una idea de futuro, un plan. Es decir, así como defendemos a
rajatabla la inversión en la educación, también debemos defender la inversión
en cultura, puesto que no existe una sin la otra.
Esto viene al caso debido a
que en la noche de hoy se pone a circular un libro llamado “Los Mejores
Cuentistas Dominicanos”, una antología de cuentos compilada por Avelino Stanley
con prólogo de Angel Lockward, que ya había sido editada anteriormente en
Colombia con el nombre “Ruptura del Límite”, por Cangrejo Editores, una
editorial colombiana, que también publicó otros libros de autores dominicanos. Recuerdo
que ese volumen me fue entregado personalmente por Avelino Stanley el día de un
concierto de Silvio Rodríguez, un libro bellamente editado, primorosamente
impreso. En el caso de esta segunda edición nacional, se ha agregado una serie
de escritores, cinco para ser exactos, que no se encontraban en la edición
colombiana, como el propio Avelino y el señor Lockward, y otros más. El libro
abre con los escritores a partir de la Generación del 60, empezando con un
cuento de Armando Almánzar Rodríguez, que es el más viejo de los escritores, y
termina con la más joven, de la llamada “Generación de la Internet”, Mercedes
Cheheen. Realiza un periplo a través del cuento dominicano a partir de la
generación del 60, como ya hemos dicho, y continúa con la generación del 80 y
al final la generación de la Internet.
En el estudio que realiza Avelino
Stanley al principio de la obra, él explica los parámetros escogidos para
dividir las diferentes generaciones, lo cual casi siempre genera polémica,
puesto que divide las generaciones vivas en tres, obviando para los fines de
esta antología, por ejemplo, la llamada generación del 65 o la generación de
fin de siglo. Además, hace un estudio de la narrativa corta dominicana,
empezando por los inicios en el siglo XIX, sus figuras representativas, etc., y
nos explica cuáles han sido los criterios utilizados para la escogencia de los
autores: Deben estar vivos, nos dice Avelino, deben estar activos, y deben
tener por lo menos un libro publicado. Esta edición se encuentra dedicada a
Arturo Rodríguez Fernández, quien lamentablemente falleció en el período entre la
primera y la segunda edición y que, por lo tanto, su cuento fue eliminado de la
antología actual.
Lo que emparenta mis palabras
iniciales con el contenido del libro es lo siguiente: a través de la visión
profunda de los escritores, es decir, a través del manejo del lenguaje, notamos
cómo ha ido cambiando la forma de escribir de nuestros autores, y podríamos
decir también cómo ha ido variando la forma del ser dominicano en la
sociedad, la vida, la realidad. Es decir, la conexión con la cultura, con su
cultura, con nuestra civilización. Desde los escritores de la generación del
60, con sus historias muchas veces de contenido ideológico y de rebelión social,
pasando por el inicio del desencanto en la generación del 80 y al final la
aparición de las tecnologías y un lenguaje y una vida más crudos en la
generación de la Internet.
Podemos repasar la vida dominicana a través de estos
cuentos, nuestras vicisitudes individuales y colectivas, incluso podemos hacer
un simple ejercicio con la obra y notar que, mientras en la generación del 60
se tenía una visión más social y colectiva en las historias, en las que muchas
veces aparece una vida sometida a la tiranía o a lo militar (es curioso que
casi todos los cuentos de esta generación sucedan con personajes policías o
militares), en la generación del 80 y en la de la Internet se escribe desde el
narcisismo, la individualidad, la soledad extrema, casi como si el escritor
escribiera para sí mismo, lo cual es más notable aún en los escritores mucho
más jóvenes.
Y también podemos notar lo siguiente, lo cual me parece sumamente
importante: la tremenda calidad de los escritores dominicanos, lo que desmiente
la idea equivocada, injusta, de que la literatura dominicana tiene problemas
con la internacionalización debido a su poca calidad, incluso debido a sus
escasos escritores. Y debemos recordar que en este libro no se encuentran René
del Risco, Miguel Alfonseca, Virgilio Díaz Grullón, Juan Bosch, Tomás Hernández
Franco, que también fue cuentista, Ramón Marrero Aristy, etc., etc., porque,
como se divulga en las palabras de Avelino, han fallecido y no cumplen con los
parámetros de la antología. Pero si pensamos en la cantidad de escritores que
tiene este volumen, una cantidad extraordinaria con cuentistas que yo incluso
no conocía, que nunca había leído, entonces debemos convenir en que realmente
esta es una obra de envergadura. Me parece que pocas veces antes una obra había
sido tan plural en el sentido de compilar a una cantidad tan grande de escritores.
Aquí podemos encontrar narradores de la llamada diáspora, sobre todo cuentistas
que viven en los Estados Unidos, sobre todo en Nueva York; escritores de las
provincias; escritores muy jóvenes; cuentistas que tienen al menos un libro
publicado y que quizás no han publicado más debido a las dificultades que
presenta la labor literaria en nuestro país, pero que merecen estar en una
antología de este tipo debido a su calidad.
He leído cuentos magníficos de
autores absolutamente desconocidos. He leído cuentos magníficos de autores
conocidísimos y multipremiados, como Pedro Peix o José Alcántara Almánzar,
cuentos escritos por jóvenes amigos como Johanna Díaz o Manuel Llibre o José
Acosta, que vive en Nueva York, cuentos de Angel Lockward, en fin, de una serie
de autores que forman parte ya de la historia de la literatura dominicana, o
que muy pronto entrarán a ese círculo tan esquivo.
Por supuesto, faltan nombres,
como en toda antología. Varios nombres, lo que significa que existen más
escritores de calidad. Y si faltan nombres significa que somos muchos. Por eso
me gustaría repetir en estos momentos mis palabras iniciales, en cuanto a la
importancia de la cultura. Este libro será entregado para ser leído en las
escuelas, en las universidades, ya tiene un recorrido internacional importante.
Si alguien quiere saber lo que somos, cómo somos, de qué forma actuamos, en
este país mestizo, promiscuo, sin identidades arraigadas, entonces lo sabremos
leyendo este libro de cuentos. Somos violentos, fantasmosos y brutales, como en
el cuento de Pedro Peix. Habitantes de una sociedad absurda e injusta, como en
el cuento de Martín Paulino. Sarcásticos e irónicos, como en el de Manuel
Llibre. La cultura debe ser sostenida, como se sostiene la educación, como debe
sostenerse todo aquello que nos hace mejores. No debemos estar siempre cojos de
una pata.
Todos estos escritores dominicanos nos definen a través de las palabras,
a través del lenguaje. Representan una dominicanidad, aún aquellos que intentan
ser universales. Definen nuestra sociedad, nuestra individualidad, y una forma
específica de hacer literatura, que es la nuestra, en un país de gente que vive
muy lúdicamente y que le gusta disfrutar de la vida, pero manifestando al mismo
tiempo un fatalismo que es propio de todos los caribeños. Así que agradecemos a
Avelino Stanley y a Angel Lockward que se hayan interesado en realizar la primera
edición colombiana de este libro, y que ahora esta edición dominicana empiece
su viaje a través de las escuelas, los colegios, las universidades y los
lectores dominicanos.
(Palabras en la puesta en circulación del libro "Los Mejores Cuentistas Dominicanos Contemporáneos", compilada por Avelino Stanley).
(Palabras en la puesta en circulación del libro "Los Mejores Cuentistas Dominicanos Contemporáneos", compilada por Avelino Stanley).