viernes, 3 de agosto de 2012

ES UNA OBRA MAESTRA! El Alquimista, de Paulo Coelho, trata sobre los sueños y los medios que utilizamos para alcanzarlos, sobre el azar en nuestra vida y las señales que se presentan a lo largo de la misma

 El alquimista (novela)

El Alquimista
Autor Paulo Coelho
Género Novela narrativa,reflexiva y ficción
Tema(s) Desarrollo y crecimiento personal
Título original O Alquimista
Traductor Monserrat Mira
Editorial Editorial Planeta
Páginas 176
El alquimista u O Alquimista (1988) es un libro publicado por el escritor brasileño Paulo Coelho y que ha sido traducido a más de 63 lenguas y publicado en 150 países, vendiendo un total de 65 millones de copias en todo el mundo. El libro trata sobre los sueños y los medios que utilizamos para alcanzarlos, sobre el azar en nuestra vida y las señales que se presentan a lo largo de la misma.

Está considerado cómo una paráfrasis del cuento Las mil y una noches: en definitiva, las aventuras de un héroe que busca su tesoro, lejos de su hogar, para regresar a él y hallarlo, sufriendo durante todo el viaje una transformación en lo que a su visión del mundo y la realidad se refiere.

Con motivo del vigésimo aniversario de la publicación de la novela, se celebró un homenaje en el Teatro Palacio Valdés de Avilés, organizado por el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, con la presencia de Paulo Coelho.

Sinopsis

El joven pastor Santiago tiene un sueño repetido mientras descansa con sus ovejas en un pasto andaluz, por lo que decide acudir a una gitana para que le interprete el sueño. Después de quedar descontento con la respuesta que recibe, se sienta en un banco de la plaza a leer un libro y conoce a un anciano que dice ser el rey de Salem. Tras tener una conversación con él, en la que le deja claro que es alguien muy especial, Santiago decide emprender un viaje por el norte de África en busca de un tesoro. En su camino conocerá a un sinfín de personas que, cómo él, buscan su propia Leyenda Personal.

Argumento detallado

Santiago es un joven que con su sed de conocer nuevos lugares se aventura a ser pastor, cuidando sus ovejas y llevándolas al pueblo para vender su lana. Un día, Santiago se sentó en un banco en la plaza para leer un libro, y se encuentra con un viejo, que le dice que no vale la pena leerlo. Santiago, increíblemente asombrado, le pregunta si ya lo ha leído, a lo que el viejo responde afirmativamente.

El viejo le cuenta que es un rey, el Rey de Salem.
Le da la decima parte de sus ovejas a cambio de que le mostrase dónde está su tesoro y el misterioso rey le da unas piedras místicas, una negra y una blanca (Urim y Tumim), y le cuenta una historia: la meta en la tierra de todo hombre es su leyenda personal, encontrarla y alcanzarla. "Cuando una persona desea realmente algo, todo el mundo conspira para que pueda realizarlo". Atraviesa en barco el Estrecho de Gibraltar, llegando a África. Es una tierra ajena, donde todos hablan lenguas extrañas y tienen costumbres y vestimentas muy diferentes, donde reinan los ladrones y bandidos y no se puede confiar en nadie.

Cuando le roban se siente miserable y tonto. Ayudado por un hombre noble se vuelve a aventurar por las calles de Tánger hasta encontrar un negocio de cristales, en el cual entra y empieza a limpiar los cristales expuestos. El dueño, percatándose, le deja hacer sin decirle nada. Después Santiago le dice por señas que tiene hambre. Pasan a un comedor donde el dueño le habla en español y le dice que no era necesario que hubiese limpiado los recipientes, pues su religión le obliga a dar de comer al hambriento, a lo que el muchacho pregunta asombrado por qué lo había dejado limpiar los cristales. El comerciante responde que necesitan una limpieza de vez en cuando.

El hombre contrata al muchacho, este trabaja con empeño y gana mucho dinero para poder regresar y comprar todo su rebaño de nuevo. Gana dinero suficiente como para duplicar su antiguo rebaño y piensa que ese era su tesoro. Pasaba poco menos de un año, cuando un vendedor de llegó al negocio y el muchacho le recomienda al vendedor de cristales que también el venda té. El dueño de la tienda respondió negativamente ya que en su interior tenía miedo a lo desconocido, tenía miedo a que su negocio creciese y no lo pudiese controlar él solo.

El muchacho le contó que a veces los sueños no se pueden cumplir por la falta de determinación de la gente. Entonces recordó al viejo rey y su leyenda personal; se había olvidado totalmente de ella. El dueño aceptó la idea de vender té en los frascos de cristal y su negocio creció. El muchacho se acuerda otra vez del rey y su leyenda personal. Le dijo al dueño de cristales que al siguiente día se iba y este, con cierta tristeza, aceptó. Al día siguiente, se fue.

Se une a una caravana y se adentra en las arenas del desierto. Por muchas noches y días camina, haciendo amistad con un inglés que busca un alquimista. El caravanero no dormía de noche ya que el miedo lo tenía paralizado; en el desierto se desarrollaba una guerra entre varios clanes y una caravana desconocida es asaltada.

Llegaron a lo que, después de haber estado mucho tiempo en el desierto, parecía el paraíso, un oasis en el que el inglés y el muchacho siguieron su búsqueda. Santiago encontró ahí el amor de su vida, Fátima.

Un día el muchacho estaba adormitado en las arenas, cuando dos gavilanes aparecen en el cielo y él tiene una visión, en la cual ve a cientos de hombres entrando en el oasis, matando y quemando todo a su paso.

El muchacho le cuenta su visión a los jefes tribales, los cuales le hacen caso omiso, argumentando que el desierto nunca da señales a extraños.

Pero el joven tenía la confianza de todos y comienzan a prepararse.
Esa misma noche, el joven, estaba caminado por el desierto; de repente un jinete negro con voz grave e intimidante le pregunta si él había sido la persona que tuvo la visión de los gavilanes, a lo cual respondió afirmativamente, argumentando que los gavilanes lo habían escogido para decirle lo que tenían que decir.

El jinete desenvainó su espada y rozó con ella la cabeza inclinada del chico. Era tan filosa que salió una gota de sangre. La última y más intimidante pregunta que el jinete formula es: ¿por qué estás aquí? A lo cual el joven responde que busca su leyenda personal, poniendo en duda que el Jinete pueda comprenderlo. El jinete envaina su espada y un halcón llega a su hombro. El jinete responde diciendo que ha puesto a prueba su valor. "El coraje es el don más importante para quien busca el lenguaje del mundo".

El muchacho se sorprende porque aquella persona hablaba de cosas que poca gente conocía. "Es necesario no claudicar nunca, aun habiendo llegado tan lejos".

El muchacho ya lo sabía, había encontrado al Alquimista. Y regresaría con él al siguiente día.
En la mañana su visión se había cumplido: 500 jinetes entraron al oasis, pero los nativos de éste los esperaban; en cuestión de minutos había 499 cuerpos esparcidos por las arenas y el comandante del batallón fue condenado a una muerte sin honor, en la horca.

Esa misma noche Santiago va a caminar al desierto. Tras un largo rato se sienta a pensar y ve una silueta acercándose rápidamente. Es el Alquimista, con unos gavilanes posados sobre sus hombros. Lo invita a pasar a su tienda, cocinan y comen aquellas aves.

Después el alquimista acepta (a pesar de las dudas de Santiago) ser el guía hasta las Pirámides de Egipto. En este punto Santiago se transforma, ya que se "convierte" en una persona "normal" que no quiere seguir sus sueños ni su Leyenda Personal; se vuelve un conformista que sólo quiere vivir en el Oasis con su amada Fátima. El Alquimista le explica a Santiago que si no sigue su Historia Personal vivirá un tiempo feliz pero será una persona vacía.

Santiago se despide de Fátima y parte a la mañana. Fátima jura que le esperará y que mandará besos y su perfume a través del viento.
El Alquimista y el muchacho parten y después de varios días se cruzan con un clan algo peligroso sin decirles nada.

Unos soldados los inspeccionan y encuentran en el equipaje del Alquimista un frasco lleno con un líquido amarillo y un "huevo" de cristal amarillo (parecido al ámbar). Los guardias les interrogan sobre esos extraños objetos: el Alquimista responde con la verdad, diciéndoles que es el Elixir de la larga vida, con el cual jamás caerán enfermos; el otro artículo es la Piedra Filosofal: con un solo grano de ésta cualquier metal es convertido en oro. Los soldados se ríen y los tachan de locos.

Después de alejarse de los soldados, Santiago pregunta al Alquimista sobre la verdad de sus anteriores palabras, y este responde que lo dijo para enseñarle una simple y valiosa lección de la vida: "Los hombres no reconocen los tesoros aunque estén frente a sus ojos", puesto que simplemente no creen en ellos.

Pasan los días y ellos siguen avanzando hacia su destino. Se cruzan con otro clan cuyos guardias los detienen argumentando que son espías del clan enemigo. Los llevan ante los generales y el Alquimista afirma que los dos son alquimistas, pero que el muchacho se puede convertir en viento. Los generales, entre escépticos y asombrados, les dan tres días para probarlo. El joven medita durante dos días. Al tercero conversa con el desierto (ambos hablan el mismo idioma "El Lenguaje del Mundo") y le pide ayuda; éste le responde que no puede solo, y que necesita ayuda del viento, el cual también acepta pero tampoco puede convertir al muchacho en viento. Entonces el le pide ayuda al sol y este le dice que le falta algo mas antes de convertirse en viento. Finalmente el le reza a "La Mano que lo Creo Todo" (Dios) y este acepta. Los generales asustados ven como se convierte en viento, mientras el Alquimista observa sonriente. Ese día fue histórico para el clan; sus descendientes aún cuentan la historia de un joven que se había convertido en el mismo viento.

Siguen su camino y llegan a un monasterio donde les atiende un monje vestido de negro; les invita a pasar y conversan. El Alquimista toma después un pedazo de metal, de forma esférica, y lo convierte en oro. Luego lo parte en cuatro, le da un pedazo al monje (por su ayuda a todos los peregrinos), le da un pedazo al muchacho para seguir su camino, se guarda un pedazo y le da el otro al monje por si lo necesitase el muchacho.

El Alquimista regresa a su tienda y el muchacho sigue su camino. Horas más tarde, el muchacho llega a las Pirámides y empieza a cavar. Está agotado cuando llegan unos asaltantes y encuentran oro en la ropa del muchacho. Lo golpean y éste grita "¡estoy buscando un tesoro!". Paran de golpearlo y el líder le dice "no morirás, para que aprendas que un hombre no puede ser tan tonto como para seguir un sueño y cruzar el desierto por esa razón"; le dice que él también había tenido un sueño, sobre un tesoro en una iglesia semidestruida en España, y que no era tan tonto como para ir hasta allá sólo por un sueño.

Santiago se levanta y le sonríe a las Pirámides. Ha encontrado su tesoro.
De nuevo en España cava y encuentra un cofre con monedas antiguas de oro españolas y piedras preciosas: ha realizado su Leyenda Personal.

Acostado, mirando las estrellas, una corriente de aire que proviene del desierto toca a Santiago. Aquel perfume y aquel beso que le llevó el viento le resultan familiares. "Ya voy Fátima" es la última frase.