Dalia Ventura/Tomado de BBC Mundo
BBC Mundo/ Miércoles, 11 de septiembre de 2013
Fue inesperado. Esa es la primera de las
muchas razones para explicar por qué, entre tantos golpes de Estado que
han tenido lugar en Latinoamérica, el de 1973 en Chile entró para
quedarse en la memoria histórica global.
Mientras la vecina Bolivia estaba bajo
el gobierno de facto de Hugo Banzer, Brasil llevaba ya nueve años bajo
un régimen militar que perduraría por dos décadas y en Uruguay gobernaba
Juan María Bordaberry, quien después iría a la cárcel por delitos de
lesa humanidad, la cordillera parecía proteger a la democracia chilena a
tal punto que hacía apenas tres años había recibido su más contundente
afirmación: la llegada al poder por las urnas de un líder de izquierda,
Salvador Allende, en medio de la Guerra Fría.
Incluso el Tanquetazo, un episodio
ocurrido el 29 de junio de ese mismo año, en el que un grupo de
militares se dirigió hacia el Palacio de la Moneda con el propósito de
derrocar al gobierno, había dado razones para descartar la posibilidad
de que algo así ocurriera en Santiago pues fue el mismo Comandante en
Jefe del Ejército, Carlos Prats, el que sofocó la sublevación.
Salvador Allende y Augusto Pinochet. AFP
A Allende y Pinochet se les veía juntos y muchos confiaban en la tradición democrática chilena.
"En Londres se le consideraba 'La
Inglaterra de Sudamérica, acertada o erróneamente", señala el
historiador Alistair Horne. "Occidente percibía a Chile como un país que
tenía un fuerte vínculo con la democracia".
clic
clic En fotos: Allende presente en todo el mundo
"Chile tenía una tradición mucho más
larga y más fuerte del constitucionalismo que muchos países europeos",
afirma el profesor emérito de Política y Relaciones Internacionales de
la Universidad de Oxford Alan Angell, en conversación con la BBC.
"Los gobiernos autoritarios en España,
Grecia o Portugal, por ejemplo, tras el colapso de los regímenes civiles
frágiles, no eran considerados como desviaciones fundamentales de las
prácticas políticas en esos países. Pero Chile era diferente, al menos
eso es lo que muchos observadores creían, y con razón", agrega.
Pero la sorpresa por sí sola no explica
que el levantamiento liderado por Augusto Pinochet cautivara de tal
manera la imaginación en tantos rincones del planeta.
Desde afuera, para muchos, "en
Latinoamérica pasaron dos cosas en esa época: la Revolución en Cuba y el
golpe en Chile", resume Angell.
clic Escuche los 11 sonidos que marcaron el 11 de septiembre
El fin de un experimento
Palacio de La Moneda destruido
En el Palacio de La Moneda quedó la huella de la violencia del día.
"Para la mayoría de los norteamericanos,
fue un tipo diferente de golpe", le dice a BBC Mundo el canadiense
Kristian Gustafson, director del Master en Inteligencia y Seguridad de
la Universidad de Brunel en Londres.
"El hecho clave es la manera en la que
Allende llegó al poder", puntualiza. "No era un caudillo, no era un
dictador que era remplazado por otro, era un líder socialista electo que
estaba siguiendo la vía pacifica. Por eso fue más impactante y la
desilusión más fuerte. Esa gran esperanza fue derrocada con un golpe".
Angell concuerda y añade que "lo que
estaba pasando en Chile desde 1970 estaba teniendo un enorme impacto en
Europa, que estaba revisando el socialismo, y lo que Allende ofrecía era
socialismo de manera constitucional, sin violencia. Eso era muy
atractivo y hay que recordar también que muchos de los partidos chilenos
tenían vínculos internacionales, que no era el caso con los de otros
países latinoamericanos".
Para el director ejecutivo de Foco sobre
el Sur Global, el filipino Walden Bello, "el ejemplo de Chile se grabó
en la memoria de la gente en los 70s en primer lugar porque era un
experimento -la revolución pacífica que era la meta del gobierno de
Allende- que fue destruido por un golpe en el que el presidente mismo
murió".
"Fue el proyecto chileno y su repentino y sangriento fin lo que le hicieron pasar a la historia".
El golpe sí fue televisado
Y tanto el proyecto como su fin estuvieron ante los ojos del mundo.
"Habla el Presidente de la República desde el Palacio de La Moneda"
Desde el Palacio de La Moneda, Salvador Allende transmitió cuatro mensajes ese 11 de septiembre de 1973.
En el primero, a las 07:55 de la mañana,
informó que Valparaíso estaba ocupada, pero que en Santiago "no se
había producido ningún movimiento extraordinario".
El de las 08:15 confirma la existencia
de una insurrección en la provincia de Valparaíso y dice que le ordenó
al ejército que fuera a sofocar el intento golpista.
Para las 08:45, el mensaje empezaba
diciendo: "Compañeros que me escuchan: la situación es crítica, hacemos
frente a un golpe de Estado en el que participan la mayoría de las
Fuerzas Armadas.
A las 09:10, ya tenía claro cuál sería
su destino: "¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores"
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio
no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección
moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición".
"Uno podría describirlo como el primer
golpe latinoamericano que desde sus orígenes, pasando por su ejecución
hasta sus consecuencias fue cubierto por la prensa occidental", señala
Kristian Gustafson, quien le atribuye la transmisión del principio del
proyecto socialista a los "poderes extranjeros -los soviéticos y los
cubanos- que hicieron propaganda para aumentar el nivel de atención que
se le prestaba a Allende y su destino a nivel global, pues les ayudaba a
sentar su punto de vista".
Según el especialista en inteligencia,
ese 11 de septiembre "recibió mucha atención de los medios debido a la
que había recibido Allende antes del golpe".
"Allende era un héroe, como el Che
Guevara, para la izquierda, particularmente sus amigos en Francia...
¡pensaban que era un santo!", le dice a BBC Mundo el historiador
británico Horne, autor de "Pequeño terremoto en Chile".
Sea como sea, ese día y los que le siguieron no parecen haber necesitado de poderes extranjeros para hablar por sí solos.
"Esas fotos icónicas del bombardeo de La
Moneda, los libros quemados en las calles -que le recordaban a la gente
de las atrocidades de los nazis-, esa horrible fotografía de Pinochet
sentado con sus gafas oscuras -casi una parodia de la imagen de los
dictadores-, y todas esas fotografías de los prisioneros esperando en el
estadio... con esas imágenes uno podía seguir con claridad lo que
estaba pasando y eso tenía un impacto enorme en la gente", recuerda el
especialista en política internacional Alan Angell.
Santiago 1973, Cairo 2013
Ante la pregunta de por qué el golpe de
Chile hizo tantas olas, James Reynolds, quien fue corresponsal de la BBC
en Latinoamérica antes de ir a cubrir Medio Oriente, responde: "Fue un
momento tan icónico", y no sólo por las imágenes.
Cartel que dice Allende Vive
Salvador Allende pasó de ser hombre a símbolo y su nombre no ha sido olvidado.
En un artículo que escribió poco después
del golpe de Estado en Egipto en julio pasado, se refirió a Augusto
Pinochet y los miembros de la junta como "los pioneros del arte del
comunicado del golpe de Estado".
Lea: clic El protocolo de los golpes de Estado
Señala que fueron ellos los que
estrenaron el lenguaje, la vestimenta y la escenificación que se habrían
de convertir en el modus operandi para ocasiones como esa hasta el día
de hoy.
A Reynolds no fue al único que se le
vino a la mente el golpe en Santiago cuando sucedió lo de Egipto.
Artículos publicados en medios internacionales con títulos como "Egipto o
Chile: un golpe es un golpe" y "El golpe financiado por EE.UU. en Chile
en 1973 se repite en Egipto" son una muestra más de que el de Chile no
es un golpe olvidado.
Al diplomático palestino Fadi
Elhusseini, BBC Mundo le consultó por qué 40 años más tarde aún se evoca
lo que tuvo lugar en Santiago en el 73 en tierras lejanas.
"Yo pienso que lo que hizo que este
golpe dejara una marca en la historia fue que sus consecuencias y el
régimen militar que se tomó el poder duraron por mucho tiempo. Consolidó
un sendero para Chile de tal manera que incluso ahora, lo que vemos en
Chile es resultado de lo que ocurrió en 1973".
"Por eso creo que se ha convertido en un
hito, como ha ocurrido en los otros pocos casos en los que los
dictadores permanecen en el poder por largo rato: entre más largo el
período en el poder, más posibilidades tienen los académicos de estudiar
y explorar las características del régimen".
"Desde el punto de vista global, le dio
un carácter distinto a Chile que aún perdura: es una entidad diferente a
muchos otros países, incluso a aquellos que están en su vecindad",
opina el diplomático palestino.
El laboratorio chileno
Esa diferencia se consolidó por medio de otro factor que hizo de este golpe memorable.
Augusto Pinochet con sus militares, días después del golpe
Pinochet con sus militares, días después del golpe de Estado.
Si bien es cierto que Allende estaba
ensayando algo que no se habìa hecho antes, los que se tomaron el poder
también tenían un proyecto nuevo: los llamados "Chicago boys" llevaron
los principios del economista estadounidense Milton Friedman a Chile
antes de las experiencias neoliberales o neoconservadoras de las
naciones de Occidente.
Los que se tomaron el poder, "tenían un
profundo sentido de misión: eliminar el comunismo y crear un nuevo
orden, un nuevo Chile", recuerda Alan Angell.
"Pinochet llegó con un plan económico
que era casi diametralmente opuesto al de Allende", le dice a BBC Mundo
el canadiense Kristian Gustafson.
Lea: clic ¿Qué queda del modelo económico de Augusto Pinochet?
"Quería revertir lo que hizo Allende:
desde su punto de vista, la política seguiría a la economía, en otras
palabras, si se restauraba la prosperidad, los aspectos sociales que
había traído Allende se desvanecerían pues se asumía que la mayoría de
la gente sencillamente quiere tener una vida estable y próspera".
"No funcionó preciso como estaba
planeado pero uno no puede negar que sí restauró la economía chilena,
aunque a un costo que nadie quiere pagar: la vida de varios miles de
personas", dice el especialista en Inteligencia.
Lea: clic Los que todavía defienden a Pinochet
Manifestación en 2013 por los detenidos y desaparecidos de Chile
40 años más tarde continúa la necesidad de manifestarse por desaparecidos de Chile.
Y esos muertos, junto con los torturados
y exiliados son también razones para que la experiencia chilena no haya
quedado en el olvido.
Para el especialista en política
internacional Alan Angell, lo que pasó es que "los militares chilenos
fueron más efectivos en su brutalidad. Le apuntaron a los militantes
sospechosos con más precisión. Tenían mucha más información. Y menos
oposición de parte de ellos. No les tocó lidiar con montoneros,
tupamaros... fue un golpe que tuvo lugar sin absolutamente ninguna
resistencia, de manera que no hubo una guerra prolongada".
Además, recuerda Angell, quien visitó el
país en esa época, el poder estaba más centralizado que en otros casos
latinoamericanos. "El país con el que lo comparo es Alemania Oriental:
una gran red de informantes, un enorme aparato de control... mecanismos
muy efectivos: Chile era una prisión, en ese período y uno sabía cuáles
eran las reglas".
El pueblo unido...
Sombra de un Hawker Hunter
La sombra de un Hawker Hunter pintada cerca de La Moneda recuerda los eventos de ese martes de 1973.
"Lo otro que los diferencia es que el
régimen chileno practicaba el exilio a una escala mayor que los otros
regímenes -anota Angell-. El gobierno argumentaba que en vez de matar a
la gente en la calle -que también hicieron- era mejor exiliarlos. Así
que el exilio es más grande proporcionalmente".
Lo cual es relevante cuando se exploran las causas para que el golpe en Chile siga tan presente.
El papel de la diáspora chilena que,
como apunta Angell, "tenía muchos fondos y era muy efectiva a la hora de
movilizar a la opinión pública", no puede despreciarse.
"Muchos de estos exiliados eran líderes políticos: militantes, exministros...". Y músicos.
"La Nueva Canción Chilena -con música de
raíces latinoamericanas pero letra política- estaba muy ligada al
programa del gobierno de la Unidad Popular", le explica a BBC Mundo
Marisol García, quien recientemente publicó el libro "Canción Valiente".
Puerta tras la que torturaron y mataron a Víctor Jara.
Puerta tras la que torturaron y mataron a Víctor Jara.
"Ese compromiso es muy único y explica
el que esos músicos hayan pagado muy caro su adhesión a Allende: casi
todos terminaron exiliados y en el caso de Víctor Jara, asesinado de una
manera muy horrible que se siente hasta hoy, pues todavía no se
encuentra al culpable".
Los músicos políticos sobrevivientes se
llevaron al exilio sus tonadas, entre ellas, "una de las canciones
políticas más famosas en el mundo: 'El pueblo unido jamás será vencido',
que se convirtió en un símbolo. Los músicos en el exilio se ven
obligados a cantarla pero muchos no querían pues lo que dice la canción
no era cierto. El pueblo unido sí había sido vencido. Y de manera
dramática".
Pero quedó, también, en la memoria
global para ser traducida en varios idiomas y repetida por las calles de
muchísimos lugares del mundo.
Cautivadora, como lo es la historia de ese golpe.
clic Lea el testimonio del bombero que entró en La Moneda en llamas
En opinión de Gustafson, "en una versión
sencilla de la historia, es irresistible: un líder democráticamente
electo derrocado por fuerzas reaccionarias. La realidad es más
compleja".
Quizás. Pero lo que sucedió ese martes
de septiembre hace cuatro décadas fue que las dos ideologías de la época
chocaron violentamente, como lo habían hecho y volverían a hacerlo
otras veces. Sólo que en ese caso, una de ellas sólo tenía un casco y un
fusil para defenderse.
"El bombardeo de La Moneda y la manera
en la que Allende murió, luchando, sin darse por vencido... fue muy
dramático y simbólico", evoca Bello.
Un drama que, según escribió Gabriel
García Marquez después, "ocurrió en Chile, para mal de los chilenos,
pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a
todos los hombres de este tiempo y que se quedó en nuestras vidas para
siempre".